En una economía casi sin pulso, cuando la muerte de nuestra economía se ha convertido en motivo de apuesta entre los especuladores financieros de todo el mundo, cuando el BCE nos dosifica las transfusiones para que no nos muramos, pero de manera insuficiente para que abandonemos la UCI, lo más macabro que se me puede ocurrir es encarecer la tributación de todos los servicios asociados a la muerte. Y es que entre los servicios que más se van a encarecer con la nueva subida del IVA a partir del 1 de septiembre son los últimos que nuestro cuerpo recibirá antes de ser sepultado o incinerado, sucediendo a partir de esta fecha que nuestro último corte de pelo, las flores que nos acompañaran en el velatorio, el ataúd, transporte funerario y los gastos del tanatorio pasan a tributar del 8% al 21 %. Por lo tanto si quiere ahorrarse la tributación, haga el velatorio en casa y done el cuerpo a la ciencia.
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